Miedo a la suciedad y al polvo

Si sufres acatartofobia, no te preocupes, eres como Naomi Campbell. Incluso la supermodelo estadounidense, que lleva más de 20 años dictando la moda en el mundo, teme la suciedad y el polvo y no soporta verlos cerca. Una fobia que afecta a varios miles de personas en todo el mundo, pero que no debe confundirse con la manía obsesivo-compulsiva por la limpieza en todos los ambientes.

Síntomas y manifestaciones de la acatartofobia

La acatartofobia (también conocida como rupofobia) obliga a quien la padece a repetir continuamente comportamientos maníacos de limpieza sobre sí mismo y su entorno, sin importar si está fuera de casa o en su hogar, porque siempre se siente amenazado por la posible presencia de polvo y suciedad.

Se trata, por tanto, de un miedo patológico sin explicación real hacia la suciedad y todo aquello que no se considera higiénico o que, en cualquier caso, puede suponer una amenaza debido a los microbios y bacterias que transporta. Entonces, sea cierto o no, al acatófobo le importa relativamente porque está convencido de que tiene razón.

Por lo tanto, este estado de ánimo conduce al desarrollo de una obsesión por limpiarse continuamente uno mismo y los entornos en los que se permanece, aunque sólo sea durante unos minutos. Esto lleva a comportamientos que a los demás pueden parecer extraños, casi maníacos, como lavarse continuamente las manos o hacer constantemente las tareas domésticas, incluso cuando la casa está limpia y ordenada.

Si la manía por la limpieza (que no está relacionada con el orden) no se satisface plenamente, el enfermo de acatartofobia empezará a manifestar una sensación de profunda insatisfacción general que, en la mayoría de los casos, llega hasta un estado de profunda ansiedad. Y ciertamente es un trastorno que, si no se trata adecuadamente con psicoterapia, limita gravemente la vida cotidiana y las relaciones con los demás.

Acatartofobia: causas y cura

Al igual que ocurre con otras fobias, las causas de la acatartofobia no siempre son fáciles de rastrear en la persona que la padece. Implica entrar en conflicto con uno mismo porque uno piensa que no es igual a su entorno. Un sentimiento que se debe en todo o en parte a la educación recibida, a unos padres que siempre te presionaron mucho desde pequeño, a episodios dolorosos del pasado que han dejado una profunda huella en tu mente, a un sentimiento general de insatisfacción en todas las circunstancias de la vida.

En concreto, la acatartofobia se manifiesta con un sentimiento de opresión ante lo que se considera una amenaza, en este caso la suciedad y el polvo. Una afección que pone siempre en alerta a quien la padece, como si la amenaza estuviera siempre potencialmente presente a pesar de todas las precauciones tomadas, porque las deficiencias higiénicas y las fuentes de contaminación pueden estar en cualquier parte.

En las formas más leves de este trastorno, el sujeto será siempre muy cuidadoso en respetar todas las normas sobre limpieza y sentirá la necesidad de sentirse siempre limpio y ordenado. En cambio, en las formas más graves, el enfermo se ve afectado por una verdadera angustia: no poder asearse a fondo a sí mismo y a su entorno provoca crisis de ansiedad o ataques de pánico, con aumento de la frecuencia cardíaca (lo que comúnmente se denomina taquicardia), sensación de ahogo, dificultad para respirar, náuseas y vómitos. Junto a esto, pueden aparecer temblores, llanto, sudores fríos, sensación de mareo, incluso aumento de la sensación (desmotivada) de tener que ir al baño. Y a menudo aparece dermatitis irritativa en la piel.

¿Cuáles son las consecuencias? La acatartofobia provoca una restricción en la vida social de quien la padece, porque sólo en casa o en un entorno familiar se siente seguro. Por lo tanto, es difícil trabajar, participar en la vida social, en las relaciones. Por lo tanto, si los síntomas se presentan durante más de seis meses, es absolutamente recomendable consultar a un especialista (un psiquiatra o un psicólogo) para identificar el problema y también para pensar en un tratamiento.

El tratamiento de la acatartofobia implica un curso de acción dirigido a controlar los estímulos que provocan la ansiedad y todas las manifestaciones resultantes. Una de las líneas de actuación más populares es la psicoterapia cognitivo-conductual, que pretende estimular al paciente para que racionalice su miedo y ayudarle a afrontar los pensamientos negativos asociados a su fobia, reduciéndolos a lo que realmente son. También puede prescribirse tratamiento farmacológico (benzodiacepinas, betabloqueantes, antidepresivos tricíclicos) para controlar los síntomas de ansiedad.

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