Miedo a los monstruos en los niños

Cuando se trata de niños, es fácil hacer asociaciones con miedos y temores, y uno de los más extendidos es el miedo a los monstruos.

No es raro oír a un niño aterrorizado por un monstruo que puede salir de debajo de la cama o de no se sabe dónde, en cuanto se apaga la luz.

Está ahí, listo para aparecer, en cuanto se quede solo sin sus padres.

¿Cuántas veces hemos pensado que podría ser una excusa para evitar estar solos y, por tanto, un capricho, y cuántas otras, en cambio, hemos visto que, en realidad, el miedo era real?

En definitiva, los monstruos representan un auténtico hito en la infancia, reconozcámoslo, y muchas veces se resta importancia al miedo asociado a ellos.

Pero, ¿hasta qué punto es correcto este planteamiento? ¿Qué hay detrás de estos temores? ¿Y cómo hacerles frente?

¿De dónde viene el miedo a los monstruos?

A menudo, este miedo está ligado a otro miedo: el de la oscuridad o, mejor dicho, el de la noche o, más aún, el del abandono.

La noche representa el momento en que uno se siente más vulnerable y en peligro: ¿será por eso que los niños lloran para que los protejan del monstruo que puede esconderse bajo su cama?

A menudo subyace a este miedo una cuestión cultural: los libros o incluso los dibujos animados suelen fomentar la imaginación de los niños sobre los monstruos, ya que muestran criaturas extrañas y a veces aterradoras.

La forma en que se manifiesta varía de un niño a otro: hay niños que hablan de ello abiertamente, otros que lo dejan claro a través de un dibujo, otros que lo manifiestan mediante comportamientos extraños o rituales.

A cada edad su miedo

Dependiendo de la edad del niño, tenemos distintos miedos.

Por ejemplo, en los niños de dos a tres años encontramos el miedo a todo lo que no se puede entender: un niño de esta edad si ve a su madre vestida de forma extraña puede ponerse a llorar.

Entre los 3 y los 5 años, los niños empiezan a tener miedo de peligros imaginarios o monstruos.estan mediante comportamientos extraños o rituales.derse bajo su cama?

A esta edad, son incapaces de separar la realidad de la imaginación y es su imaginación la que a menudo hace crecer el miedo.

En la edad escolar, los miedos tienden a basarse más en la realidad: por ejemplo, un niño puede tener miedo a una tormenta eléctrica o a un incendio.

Así, cuanto mayor sea la comprensión del mundo, mayor será la probabilidad de que desaparezca el miedo a los monstruos.

Así pues, el miedo a los monstruos comienza alrededor de los tres años.

Pero, ¿cómo abordarlo cuando surge?

Cómo afrontar el miedo a los monstruos

Superar el miedo a los monstruos en los niñosSin duda merece la pena tener en cuenta este miedo, porque como hemos visto, además del miedo a la noche, puede esconder abandono, y un niño que se siente abandonado es difícil que lo olvide.

Evita frases como “los monstruos no existen” o “no son más que fantasías tuyas”, mejor di “entiendo tu miedo”. Esto legitimará tus sentimientos y te sentirás definitivamente comprendido.

Sabemos que son falsos, ellos no, y entonces son miedos irracionales e intentar desmontarlos con razonamientos servirá de poco.

Evita por completo burlarte de él con expresiones como “eres un mariquita”, “pelele” o similares.

Más bien, lo primero que hay que hacer es utilizar un enfoque empático con él, precisamente para hacerle entender que le creemos y que estaremos a su lado.

Una vez hecho esto, es muy útil leer un cuento de hadas, ya que es una buena herramienta para acompañar al niño en el delicado momento de la separación nocturna.

O puedes abrazar a tu hijo o darle un buen baño relajante antes de irte a la cama.

También puedes contar una historia que facilite a tu hijo enfrentarse a sus propios miedos y comprender que pueden superarse, en un ambiente de cuento de hadas.

Una estrategia muy eficaz es buscar monstruos con él. ¿Dónde están? ¿Debajo de la cama, en el armario, detrás del radiador, detrás de otros juguetes?

Cuando no encuentre nada, lo más probable es que tu hijo se calme.

Al fin y al cabo, quien se convence a sí mismo lo hace antes y mejor.

También puedes jugar la carta de la ironía, es decir, hacer que todo sea lúdico: puedes, por ejemplo, aconsejar a tu hijo que ponga un cartel de “prohibido monstruos” en la puerta, añadiendo quizás dibujos o caras bonitas.

Esta puede ser una buena estrategia para controlar poco a poco su miedo.

Por último, es fundamental vigilar los contenidos a los que tiene acceso su hijo que incluyan imágenes violentas o de miedo, sobre todo antes de acostarse.

Si estas estrategias resultan ineficaces y estos miedos interfieren constantemente en la vida, el sueño y el comportamiento del niño, la sugerencia es buscar ayuda profesional.

Estaremos encantados de escuchar lo que piensas

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