Manifestaciones y síntomas
También conocido como Dismorfia Corporal o Trastorno Dismórfico Corporal, este trastorno se caracteriza por una preocupación excesiva por los defectos físicos, a menudo imaginarios o, en todo caso, de una magnitud ciertamente inferior a la que el sujeto percibe y cree.
La atención puede dirigirse a cualquier parte del cuerpo criticable por su tamaño o forma: nariz, boca, orejas, pelo, piel, pechos, pene y testículos y órganos genitales en general.
La edad de aparición es muy temprana, ya en torno a los 10-15 años, y la distribución entre sexos es similar. Por otra parte, el diagnóstico suele ser más tardío debido a la extrema reticencia y vergüenza que tienen los pacientes a hablar de su problema. La excesiva atención a la apariencia física, propia de nuestra cultura, ha determinado sin duda un aumento de la incidencia de este trastorno y de otros como la Anorexia Nerviosa, caracterizados ambos por una percepción alterada del propio cuerpo, devaluado y mortificado, percibido únicamente como fuente de sufrimiento y vergüenza, lugar en el que se depositan vivencias que sin duda tienen un origen más profundo.

La preocupación en este trastorno adquiere tintes fóbico-obsesivos, provocando un grave malestar personal, un profundo estado de vergüenza e inadecuación que repercute en la vida social, relacional y laboral.
Quienes padecen este trastorno tienden a evitar los contactos sociales y en algunos casos pueden llegar al aislamiento total, hasta casos extremos en los que los sujetos sólo salen de casa por la noche. Para enmascarar el “defecto”, se ponen en práctica comportamientos rígidos, como mantener posturas fijas y dedicar mucho tiempo cada día al maquillaje o la peluquería, sin lograr nunca la tranquilidad suficiente.
A menudo hay muy poca conciencia de enfermedad, estos sujetos carecen totalmente de la conciencia de que el problema es psicológico y no estético, creen que su preocupación se basa en la presencia de un defecto físico grave y real y no depende de una forma alterada de percibirse a sí mismos. Por eso no pueden beneficiarse de la tranquilidad ni de las experiencias de gratificación personal, ni tampoco de todos los intentos de mejorar su aspecto.
Estos pacientes están igual de rígidamente convencidos de que los demás centran su atención en ellos y en sus supuestos defectos, criticándoles, juzgándoles y burlándose de ellos por su aspecto físico. Esto tiene graves consecuencias en su vida de relación, que se reduce a casos extremos de absoluto retraimiento social.
Por ello, la mayoría de estos pacientes están erróneamente convencidos de que corrigiendo su defecto físico podrán por fin vivir serenamente, razón por la que suelen recurrir a la cirugía plástica en primera instancia, incluso cuando el defecto objetivamente no existe. Sin embargo, estas personas tienen expectativas poco realistas y la mayoría de las veces quedan insatisfechas con el resultado quirúrgico obtenido o, en cualquier caso, desvían rápidamente su atención hacia otra parte del cuerpo, que se convierte en la nueva fuente de angustia y vergüenza. Afortunadamente, muchos colegas cirujanos solicitan una evaluación psicológica en los casos en que detectan preocupación y ansiedad incongruentes con la realidad de la situación.
Algunos pueden obsesionarse con la necesidad constante de comprobar su propia imagen en el espejo o, por el contrario, algunos pacientes evitan por completo los espejos e incluso pueden llegar a vestirse o lavarse en condiciones de escasa iluminación.
El curso, si no se trata, es crónico y empeora, y estos pacientes suelen llegar a sufrir depresión. Los estudios confirman que más del 80% de los pacientes con dismorfofobia presentan también un trastorno de la personalidad, principalmente del tipo evitativo, dependiente y obsesivo-compulsivo.
Tratamiento
Este trastorno responde muy bien a la terapia médica con fármacos serotoninérgicos como la fluvoxamina, la paroxetina y la fluoxetina. Para el tratamiento de este trastorno suelen ser necesarias dosis completas del fármaco y una terapia a largo plazo.
La psicoterapia debe combinarse siempre con la farmacoterapia, ya que no cabe duda de que estos pacientes son incapaces de mentalizar sus experiencias emocionales experimentándolas en el cuerpo.
Por ello, la psicoterapia es indispensable en el tratamiento de esta patología, que sin duda tiene profundos fundamentos psicológicos y psicodinámicos.
Además, la psicoterapia pretende acompañar al paciente en la formulación de sus pensamientos y comportamientos disfuncionales de forma más eficaz y realista, especialmente cuando llega el momento de interrumpir el tratamiento farmacológico.

Dado el alto porcentaje de rasgos de personalidad altamente disfuncionales, puede estar indicada la psicoterapia psicoanalítica, que investiga las motivaciones y dinámicas más profundas e inconscientes que subyacen a la aparición de una visión tan distorsionada y devaluada del yo.
Aspectos raros y particulares
Trastorno de dismorfismo por poderes: en esta forma concreta, el paciente experimenta una gran insatisfacción con las características físicas de su pareja o de sus hijos. Es muy grave cuando da lugar a actitudes manipuladoras o críticas que afectan negativamente al crecimiento personal y a la autoestima.
Síndrome de Referencia Olfativa: se trata de una forma particular de Dismorfia que, al igual que ésta, reconoce muchas similitudes con el Trastorno Obsesivo-Compulsivo, con el que también comparte terapia. En este caso, el foco obsesivo del paciente se centra en el miedo fóbico a emitir olores desagradables y a que las actitudes de los demás deriven de la percepción de esos supuestos olores.

También en este caso, las fuentes pueden ser de lo más dispares, desde el aliento, el olor de la piel y el sudor, hasta el temor a que los demás perciban olores íntimos durante la menstruación o, en cualquier caso, procedentes de los órganos genitales. También en este caso, el aislamiento social puede llegar a ser muy incapacitante y los comportamientos obsesivos, como lavarse y cambiarse constantemente de ropa y ropa interior, interfieren en la calidad de vida.