La turofobia es un asunto grave, a pesar de que a muchas personas les desconcierta que alguien diga que tiene miedo al queso.
Parece que el miedo al queso puede deberse a un trauma infantil.
Al crecer, el miedo puede remitir, como en mi caso, pero también es posible que nunca desaparezca del todo.
En realidad no “se teme” al queso.
Lo peor para las personas que sufren miedo al queso es no ser comprendidas por quienes no lo padecen. En cambio, las personas con turofobia son tachadas de locas.
El queso está en todas partes y puede volver loco a alguien que intenta evitar el contacto con él. Puede ser un verdadero drama para alguien que trabaja como chef o como dependiente en una tienda de comestibles.
Así que, por favor, la próxima vez que conozcas a alguien que tenga miedo al queso, no te rías de él: ¡tira ese maldito queso a la basura! Se lo agradecerá.